La sordera es una patología que afecta, según la OMS, al 6% de la población mundial. Esto corresponde a aproximadamente 460 millones de personas, cifra que podría aumentar a 900 millones en 2050 si continúa la tendencia actual. Si bien es cierto que sigue siendo un problema que afecta principalmente a personas mayores, es preocupante ver el grave aumento de casos de sordera entre adolescentes y adultos jóvenes. En relación a esto, la OMS afirma que la mitad de las personas entre 12 y 35 años corren el riesgo de sufrir problemas auditivos graves en el futuro como consecuencia de la exposición continua y fuerte a sonidos fuertes .
La principal razón es que en estos grupos de edad la música suele acompañar la mayor parte de las actividades . La música se escucha para estudiar, para hacer deporte, para viajar o, como muchos afirman, para relajarse. Además de todas aquellas actividades en las que los sonidos fuertes son el atractivo en sí mismos: animación nocturna (discotecas y pubs), conciertos, festivales... Sumando finalmente todos aquellos espacios en los que el ruido ambiental es una constante: centros comerciales, parques de atracciones, la contaminación acústica de las grandes ciudades, etc.
Por otro lado, esta escucha la mayoría de las veces se realiza a través de auriculares , lo que provoca una fuerte presión en el oído llegando a ser muy perjudicial a la hora de cuidar nuestra salud auditiva. Estos actúan principalmente sobre la cóclea, donde se reciben los sonidos. 4 de cada 10 adolescentes o adultos jóvenes admiten escuchar música a un volumen alto, por encima de los 60Db recomendados, por lo que el peligro de este hábito es más que palpable. Los auriculares intrauditivos también pueden dar lugar a infecciones en la piel del conducto, que se agravan si se comparten los auriculares con otras personas, como es muy habitual entre los jóvenes.
En cuanto al motivo por el que esta patología requiere una atención especial en estas edades, no tiene nada que ver con el nivel de desarrollo del oído interno (algo que sí afecta a edades muy tempranas como los bebés) sino que está relacionado con la exposición cada vez más precoz a el ruido , lo que hará que las lesiones que se puedan producir sean mayores al ser un proceso acumulativo.
Entre las principales patologías vinculadas a la escucha a alto volumen se encuentra el trauma acústico crónico. Es lo que se consigue tras la exposición repetida a sonidos intensos, que daña las células sensoriales de la cóclea y no es reversible, pudiendo producir no solo pérdida de audición sino también tinnitus. En cuanto a las principales recomendaciones , son muy sencillas: reduce el volumen de la música que escuchas y evita, en la medida de lo posible, la introducción de aparatos en el conducto auditivo externo.