Beber alcohol con moderación y en determinadas ocasiones es un hábito muy arraigado en nuestro estilo de vida. Aun así, la mayoría sabemos que un consumo excesivo puede traernos graves consecuencias como la adicción u otras de carácter más fisiológico como daño hepático, hipertensión arterial o aumento de peso. Pero lo que muchos no imaginan es que un consumo regular y excesivo de alcohol, al igual que la adición de tabaco , también puede afectar a nuestra audición de diferentes formas, la mayoría de ellas neurosensoriales.
La Universidad de Ulm de Alemania realizó una investigación con bebedores regulares y bebedores sociales y sacó varias conclusiones. El primero está relacionado con la corteza auditiva central , la región de nuestro cerebro encargada de interpretar las señales sonoras. Los investigadores encontraron que estaba mucho más dañado en aquellas personas que hacían un consumo regular de alcohol que en aquellas que lo consumían esporádicamente. Lo que sucede es que, luego del daño que implica el consumo de alcohol, esta región funciona más lentamente y procesa los datos (sonidos) a menor velocidad, por lo que podemos perdernos fragmentos o palabras de una conversación.
La segunda causa está relacionada con las células ciliadas que contiene nuestro oído interno y que se encuentran sumergidas en un líquido. Cuando bebemos mucho alcohol, nuestro hígado no puede procesar todo y el que no es capaz de asimilar pasa al torrente sanguíneo y comienza a circular por todo el cuerpo. Esto se traduce en un ambiente tóxico para nuestro organismo, que también afecta al estado de las células ciliadas del oído interno, impidiendo que funcionen con normalidad e incluso provocando episodios de sordera temporal. Además, esto suele afectar más a la escucha de frecuencias bajas, es decir, el extremo inferior de la banda de frecuencias que corresponde a voces más masculinas.
Otra forma en la que el alcohol afecta a nuestro organismo es provocando cambios en el equilibrio , cuestión que, como sabemos, depende en gran medida del sistema auditivo. El líquido presente en el oído interno es responsable de mantenernos equilibrados. Este líquido tiene un volumen, composición y comportamiento constante, que se ve alterado por la presencia de alcohol cuando comienza a formar parte del torrente sanguíneo del organismo. Es aquí donde experimentamos mareos y sensación de pérdida del equilibrio. También relacionada con la concentración de este líquido en el oído interno está la deshidratación provocada por el consumo de bebidas alcohólicas. Esto también afecta a tu oído interno intensificando los episodios de mareos.
Por último, comentaremos la relación que existe entre el alcohol y la aparición de tinnitus , es decir, el zumbido constante en nuestros oídos. Cuando bebemos alcohol, nuestros vasos sanguíneos se sobreexcitan, lo que hace que se ensanchen. Esto provoca que la cantidad de sangre que los nervios auditivos llevan a nuestro cerebro sea mayor, lo que dará lugar a la aparición de estos ruidos constantes y repetitivos.
Después de explicar las formas en que el consumo de esta sustancia puede afectar a nuestros oídos, destacaremos que la mayoría de ellas son siempre temporales y duran lo que dura el efecto del alcohol en nuestro organismo. Pero hay que tener cuidado y ser conscientes de que, si el consumo se realiza de forma regular y en grandes cantidades, estas anomalías auditivas pueden dejar de ser pasajeras y convertirse en permanentes.